Desde el inicio de operaciones del nuevo terminal aéreo Jorge Chávez, una constante se hizo evidente: la mayoría de pasajeros accedió y salió del aeropuerto en taxis. Sin embargo, esta dinámica dejó al descubierto una preocupante desinformación entre los conductores.
Varios taxistas intentaron recoger pasajeros desde zonas no autorizadas, como la rampa del nivel 3, donde solo está permitido dejar pasajeros por un máximo de 10 minutos. Otros circularon sin rumbo por el recinto buscando clientes, generando riesgos de congestión y prácticas similares a las del antiguo terminal, donde imperaba la informalidad.
Aunque Lima Airport Partners (LAP) ha aclarado que todos los taxis, incluso por aplicativo, pueden ingresar cumpliendo con la documentación requerida, muchos conductores se mostraron reacios a entrar por temor a multas o desconocimiento de las rutas internas. Las autoridades deberán actuar con firmeza para evitar que el caos y la informalidad empañen la operación del nuevo aeropuerto.